Crónica
Un día común y corriente caminaba por las calles un joven de 16 años. A mediados de 1938 iba aquel muchacho, libre de preocupaciones y con muchas ganas de vivir la vida, sobre las cuatro de la tarde, pasaba a por el garaje de su residencia, situado cerca a la plaza del 7 de agosto, en el cual, estaban cargando una buseta con gasolina lista para emprender su ruta por las calles de la ciudad y brindar su servicios a los demás; cuando lo estaban llenando, de repente, se incendio un galón lleno de gasolina, el señor de inmediato arrojo el galón hacia la nada, lamentablemente, cayo en el joven, cubriendo toda su cara en llamas.
El corrió hasta la plaza, donde un policía ayudo a extinguir el fuego con su abrigo, y así lo llevo hacia el hospital.
A mediados de las 6 pm, lo atendieron, donde fue vendado e incapacitado. Duro 6 meses con sus vendas,y por esa misma razón su carne se empezó a podrir, las orejas se le pegaron , y le empezaron a salir gusanos. Le dieron de alta por que en el centro medico no le estaba haciendo nada, al contrario, estaba empeorando.
Un día llego a su casa su tía Maria, la cual al visitarlo, le recomendó una forma de sanar esas heridas diciéndole: "Contra mal de perra, pelos de la misma perro." Así que le empezaron a echar gasolina, y así se recupero con el tiempo.
Perdió sus orejas, y la cara le que do toda quemada.
Hoy aquel muchacho que en los 30's empezaba a disfrutar la vida ya tiene 90 años y es orgullosamente mi abuelo.
Un día llego a su casa su tía Maria, la cual al visitarlo, le recomendó una forma de sanar esas heridas diciéndole: "Contra mal de perra, pelos de la misma perro." Así que le empezaron a echar gasolina, y así se recupero con el tiempo.
Perdió sus orejas, y la cara le que do toda quemada.
Hoy aquel muchacho que en los 30's empezaba a disfrutar la vida ya tiene 90 años y es orgullosamente mi abuelo.